Eclipse total
Desde que mamá se marchó, aún no has comido.
Desde que mamá se marchó, aún no has comido.
Papá solo pone el cuenco del agua (cuando se acuerda). Pasa todo el día fuera y te deja sola en casa, con el collar atado al radiador.
Cuando la luna se asoma a la ventana, aúllas. Aúllas porque estás solita, porque tienes hambre, porque tienes pis. Aúllas, pero nadie acude. Así que te quedas solita, hambrienta, mojada. Y la luna pinta de azul tus costillas.
Papá solo aparece de madrugada, mucho después de que pase el camión de la basura. Cuando vuelve, huele como la esquina del bar y camina diferente. Se mueve como los pinos del parque cuando hace viento. Y dice cosas sin sentido. Dice que mamá también es una perra, pero tú sabes que no. Mamá es humana, igual que él. Luego te agarra fuerte del cuello y te empuja contra el radiador. Piensas que quiere jugar, pero no sabe, porque te hace daño de verdad.
Desde que mamá se fue, la casa ya no huele a jazmín. Ahora tiene un olor diferente: a huevo podrido, a tus propias cacas. Un olor que te encanta, pero enfurece a papá, que siempre está gritando. Hasta que, un día, resignado, decide sacarte a pasear.
Desata la cuerda del radiador y pega un tirón para que te levantes y le acompañes a la calle. De camino al parque, pasáis cerca de una alcantarilla entreabierta que emana un olor espectacular: a retrete, a musgo, a pescado. Así que ladras. Ladras de pura hambre. Ladras con tanta insistencia que papá se asoma al vacío y, en ese momento, emites un gruñido que te sube desde el estómago. Muerdes a papá en el tobillo. Él grita y pierde el equilibrio. Intenta sujetarse a la tapa, pero resbala y cae al sumidero. Lo último que ve, según se cierra la alcantarilla, es un eclipse total que lo deja a oscuras. Y entonces, es él quien aúlla. Aúlla, pero nadie acude.
No sabes qué ha pasado, pero aprovechas la oportunidad: empiezas a correr y la cuerda se tensa. De pronto, un tirón en el cuello. El collar se libera. Corres más rápido. Y sientes, a cada paso, las ramas de hierbabuena acariciando tus costados y la lavanda y el romero te peinan los bigotes y los pájaros pasan rozando.
Pero tú decides seguir otro rastro: el aroma del jazmín.


Chapó.
¿La foto tiene algo que ver con la portada del último disco de Carolina Durante?